Con la llegada del 2015 llegan las listas de buenos propósitos: “voy a empezar a comer comida orgánica”, “este año no pasa sin que aprenda inglés”, “voy a ahorrar para ese viaje que llevo queriendo hacer años”… Muchos se quedan en papel mojado, pero si nos los proponemos es por alguna razón.

Estas buenas intenciones que se han convertido en algo tan clásico y típico a principios de año nos recuerdan que es una buena época para reflexionar y descubrir nuevas metas, y lo mejor…¡alcanzarlas! Total, tenemos todo un año por delante :).
Pero esto de los buenos propósitos no se limita sólo para los adultos; ¿qué tal si hacemos también una lista con nuestros pequeños?
Una lista de nuestras metas es difícil de realizar, significa hacer una profunda reflexión acerca de aspectos que queremos cambiar y mejorar, y lo más difícil: trazar el camino para llegar a la meta final. No tienen porqué ser grandes objetivos, pueden ser también pequeñas metas.

metas

 

Hacemos nuestro DAFO

La reincorporación al cole después de las vacaciones de navidad es un buen momento para que el niño piense acerca de los objetivos que le gustaría alcanzar este año. Ya hemos agotado el primer trimestre del curso y, con la ayuda de los padres, es hora de hacer balance de lo que hemos hecho bien, lo que podemos mejorar, los nuevos propósitos y la forma de alcanzarlos. Para ello, una vez que hayamos hecho con nuestro hijo una lista de metas que le gustaría conseguir, es hora de evaluar el camino a seguir, con sus correspondientes obstáculos y fortalezas.
Un recurso muy útil para la autoevaluación es ayudarnos con un análisis DAFO (Debilidades/Amenazas/Fortalezas/Oportunidades). La fundación CADAH nos propone el siguiente cuadro con algunos ejemplos:

DEBILIDADES. Éstos son los aspectos de carácter intrínseco que nos dificultan o reducen las posibilidades de alcanzar nuestras metas:

Aptitudes: tengo dificultad para los idiomas, me cuesta memorizar, etc.

Comportamientos: me distraigo en clase, no hago los deberes, molesto a mis compañeros en clase…

Conocimientos: tengo errores ortográficos, no me he aprendido bien las reglas del baloncesto…

Hábitos: no utilizo ningún método de estudio, no tengo una agenda organizada…

Motivación: no me gusta nada ir a clase de gimnasia rítmica, pierdo las ganas de estudiar a medida que avanza el curso…

Salud: me acuesto muy tarde, no como todas las frutas y verduras que debería…

AMENAZAS. Se refiere a las circunstancias externas que pueden obstaculizar nuestras metas. Prever estas circunstancias puede ayudar a nuestro hijo o hija a no dejarse llevar por ellas:

En casa: no tengo un lugar de estudio fijo, la televisión se enciende demasiado en casa y me distraigo…

En el cole: no entiendo las explicaciones de algunos profesores, me pongo muy nervioso/a cuando hay un examen…

En el grupo de amigos: me da mucha vergüenza hablar con mis compañeros, paso demasiado tiempo jugando en la calle…

Otros contextos.

FORTALEZAS. Son todos los aspectos positivos internos de mí mismo que debo potenciar para alcanzar mis objetivos:

Aptitudes: soy muy bueno en matemáticas, tengo habilidad para la música, etc.

Comportamientos: Soy muy bueno dibujando.

Hábitos: hago esquemas y resúmenes, hago los deberes todos los días…

Motivación: quiero aprender a tocar el piano, quiero sacar buenas notas…

Salud: duermo 8 horas diarias, hago ejercicio…

OPORTUNIDADES. Son aquellas ventajas de carácter externo que puedo aprovechar para conseguir mis objetivos:

En el centro educativo: hay clases de refuerzo gratuitas, el profesor puede ayudarme..

En casa: mi familia me apoya en lo que quiero hacer, puedo estudiar en un lugar tranquilo…

En el grupo de amigos: tengo unos buenos amigos, puedo hacer trabajos con ellos, están dispuestos a ayudar…

Otros contextos.

 

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¡Os animamos a elaborar vuestra lista de buenos propósitos con vuestros pequeños para este año! Y recordad que, como decía Percey B.Shelley «lo verdaderamente importante no son los objetivos que nos marcamos, sino los caminos que seguimos para lograrlos».

Como nota final, queremos puntualizar que el DAFO debe usarse como herramienta para la mejora. Depende de en qué momento estemos al realizarlo, puede que no sea adecuado hacerlo y que debamos plantear antes las amenazas y debilidades y después las fortalezas y oportunidades. La idea es acabar «con buen sabor de boca» y ser capaces de analizarnos siendo objetivos. En este sentido, somos los adultos los que tendremos que trabajar con ellos para conseguirlo, pero si creemos que el DAFO generará en ellos más incertidumbres, problemas de autoestima o autoconfianza o les dejará una mala sensación os aconsejamos, como siempre, consultarlo con vuestro profesional de referencia. ¡En salud mental no hay recetas únicas!

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