No falla. Nunca, jamás.

 

Tienes cualquier trastorno y dices que tomas medicación. Automáticamente la conversación, la mirada de la otra persona, incluso a veces su actitud, cambia.

 

Antes de seguir con el post quiero contaros por qué lo escribo. Lo escribo porque trabajo con familias con hijos e hijas con TDAH. También trabajo con peques con TDAH y yo misma tengo Trastorno de Ansiedad Generalizada. Esto me ha hecho vivir situaciones en las que he escuchado frases como «es que la medicación es la vía fácil» y creo que es necesario que comprendamos como ese tipo de juicios pueden afectar a los demás.

Entre la comprensión y la jungla

Aunque cada vez pasa menos, siempre me he encontrado entre dos mundos. El de la salud mental, con profesionales en el tema y otras personas que también comparten contigo ese mundo con las que sueles entenderte, y el mundo fuera de esa burbuja. Mi forma de actuar en esos dos espacios es totalmente diferente. Si estoy con personas que saben del tema, están concienciadas, o tienen algún trastorno (vamos a recordar, por favor, que esto no es nada aislado: según las estadísticas que nos muestra Obertament una de cada cuatro personas experimentará algún problema en salud mental a lo largo de su vida) acabo sintiéndome cómoda. Nos comprendemos mutuamente. Se convierte, normalmente, es un espacio seguro.

Luego salgo al resto de la sociedad y bueno. Procuro rodearme de gente fantástica que comprende y trata de concienciarse, pero… los demás están ahí. He notado, además, que si hablo de TDAH la cosa cambia a peor. Yo he vivido comentarios como «tu medicación es muy fuerte», «no deberías tomar pastillas siendo tan joven», «deja de tomarla cuanto antes», pero cuando hablas de TDAH, automáticamente la cosa se vuelve más dolora. Todos conocemos los mitos en torno al trastorno. He encontrado gente que me aseguraba que no existía, que era una enfermedad ficticia. Personas que te reconocían su existencia pero que, así, sin filtro, te aseguran que «las familias eligen tomar medicación para quedarse más tranquilas» o «las pastillas son la opción fácil». Sí, si vives de cerca con alguien que tenga o haya tenido TDAH conoces bien estos comentarios. Los cuales no voy a seguir reproduciendo.

Creo, personalmente, que nos falta hacer un ejercicio de empatía. Lo que más me duele es encontrar profesionales que juzgan así a las familias, de manera automática, sin ejercerla. Una supone que alguien que ha adquirido una formación con la que podemos cambiar la vida de los demás, mejorarla, va a saber ejercer esta habilidad social, pero no. Parece que nadie se libra, los profesionales tampoco.  

A lo largo del tiempo he aprendido que no puedo cambiar las creencias de las personas. Puedo tratar de argumentar, de explicarles la situación siempre argumentando con datos de fondo, pero aun así, será complicado que esa creencia cambie. Como decía Paula «nadie cree en el TDAH hasta que lo vive»  y yo no puedo hacer que los demás vivan lo que yo y las familias con las que trabajo hemos vivido.

Hablaba antes de ejercer la empatía porque, si la gente supiera lo que se nos pasa por la cabeza a las personas que necesitamos medicación en salud mental cuando nos dicen que «es la opción facil», nadie afirmaría eso. La empatía, para mí, no es solo la capacidad de ponerte en la piel del otro, comprender su situación y cómo se siente. Es, además, saber cómo nuestro comportamiento va a influenciarle. Pero es que se nos olvida la parte esencial: ejercer la empatía con quien estamos de acuerdo es facilisimo. Lo verdaderamente dificil es hacer un ejercicio de empatía cuando no estás de acuerdo con el otro. Y, claro, si yo pienso que la medicación es una elección fácil y de gente cómoda, para qué voy a ponerme en tu lugar, tú, que has escogido esa opción que a mí tan poco me gusta.

Escoger herramientas

Para hablar de la situación de salud mental en españa necesitaría más que un blog, pero, vamos a ser claros: la medicación es una herramienta más. Esta herramienta será más necesaria o menos dependiendo de muchos factores: el tipo trastorno en sí, la severidad del mismo, la estabilidad de la persona, la calidad de vida que tiene en ese momento y cómo el trastorno la deteriora…

Es una herramienta más, porque, el complemento perfecto de la medicación es la terapia. En mi caso: la medicación me ayuda a estar estable y la terapia me educa para conseguir mejorar en mi día a día. Ambas cosas, para mí en este momento, son imprescindibles.

Dicho esto… si aceptar que debes ir a terapia es difícil por la cantidad de estigma que encontramos en salud mental, dar el paso para tomar medicación es también bastante complicado.

Cuando te dicen que es posible que para trabajar en mejorar necesites tomar medicación, te vienen todas esas palabras que alguna vez has escuchado a la cabeza. Las miradas de pena, de condescendencia. También retumban en tu cabeza palabras como «debilidad», «droga», «dependencia», «vaga», «fácil». Y no, no os hacéis una idea de lo que duele.

No podéis haceros una idea porque no sabéis como he conseguido mejorar desde hace unos años, gracias a la terapia y a la medicación cuando la he necesitado. En el caso de las personas con TDAH, tampoco os hacéis una idea de cómo la medicación les ayuda y de cómo siempre acuden a terapia porque saben que no es suficiente. Creéis que cuando tomamos medicación borramos el trastorno que tenemos y, nada más lejos de la verdad, el trastorno sigue con nosotros. No se va. Continuamos teniendo síntomas, más leves, pero ahí siguen. Y, por supuesto, necesitamos herramientas para mejorar que nos dan en terapia (que, a todo esto, nos tenemos que pagar nosotros, pero al parecer eso tampoco es que os preocupe).

Quizá estoy siendo injusta porque si estás leyendo este post es que tienes algo de sensibilización. Es que ya sabes de qué va el asunto. Pero vosotros me entendéis.

Iba a contar aquí situaciones que he vivido y por las que conseguir estabilidad a través de la medicación era importante, pero me temo que servirían para que me mirarais con más condescendencia, y creo que ya está bien.

Si tengo que explicaros todos los malos momentos que pasamos las personas que tenemos algún trastorno para que seáis empáticos, estoy perjudicándome a mí y a mi colectivo. Así que no voy a justificarnos más. Por que no necesitamos justificarnos. Lo creáis o no, nuestro camino es el de tratar de mejorar, el de ayudarnos a nosotros mismos y, además, aguantar que los demás nos juzguen.

Si no puedo cambiar creencias, puedo daros herramientas

Si yo necesito herramientas para mejorar, desde luego, tú las necesitas para formarte. Para ejercer esa empatía de la que hablaba. Para que no vuelvas a decirle a una familia que ha escogido la opción fácil medicando a su hijo. O que la medicación es una droga. O que medicando a su hijo se ha quedado más tranquila.

Si tras leer esta publicación (que más que nada es un desahogo personal, para qué negarlo) te apetece aprender más sobre el tema, te hago algunas sugerencias:

Si llegados a este punto no has querido informarte y sigues creyendo que lo mejor que puedes hacer es juzgar a las familias o adultos con algún trastorno a través de las redes sociales, te aconsejamos que, al menos, elimines ese tono juzgón que tanto daño nos hace. Como he dicho, no podemos cambiar tus creencias, pero sí hacerte consciente de que cada vez que reproduces esos comentarios en redes sociales, estás dañando a alguien. Estás haciendo que muchas personas no pidan ayuda.

No quería terminar este post sin dar voz a aquellas familias que sufren esos comentarios sobre el TDAH en concreto. Así que quería compartir con vosotros algunas de sus palabras:

 

 

» Una vez, al principio de todo este camino, con una publicación en la que decían este tipo de cosas de la medicación me sentí fatal. Les contesté por supuesto, indignada con semejante aseveración. La contestación está en esta imagen del blog ,que más que un blog o un diario es mi espacio de desahogo cuando mi indignación sube a niveles «peligrosos» para mi»

«Lo primero que pienso es que antes de hablar se debería poner una hora en mis zapatos o los de mi hijo,para así después hablar con conocimiento de causa»

«Yo ya desconecto. Es casi como discutir de fútbol o religión, se establecen axiomas (o dogmas) y por mucho que aportes información, lo que tú les enseñas está manipulado mientras que lo suyo, artículos sensacionalistas, rayando el amarillismo, sin bibliografía ni nada, es ley.


Yo ya me sonrío, porque para qué hacerse mala sangre. Cuando dicen que lo que buscamos con la medicación es convertir a nuestros niños en autómatas, tenerlos parados, sin molestar, me río porque mi hijo, medicado, nunca está parado, ni es un robot, y lo de molestar, pues depende de a quién. Llega un momento en que buscas como entretenerlo de otro modo, pero por mucha medicación, él sigue siendo él y sus circunstancias. La medicación solo le ayuda a prestar atención a lo que hace si su interés está en aceptar que eso es lo que tiene que hacer en ese momento.
El día que mi hijo se quede quieto, esperando una orden, o acomodándose a una situación por mí definida porque quiero tenerlo controlado, ese día quizá, tendré que dar la razón a quienes me juzgan, les daré la razón, o simplemente, modificaré la dosis (su médico)»

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