En la entrada de hoy, queremos seguir dándole continuidad al tema de los mitos que se ciernen sobre el TDAH basándonos en algunas de las aclaraciones que hacen César Soutullo y Regina Cobo y de las cuales hablamos en la entrada «Los mitos del TDAH«.

Vamos a hablar de mitos relacionado con el tratamiento farmacológico. Vamos, que nos hemos metido de lleno en uno de los mitos más extendidos y que además, en nuestra opinión, más daño hace a las personas con TDAH.

Mito 6: El TDAH lo debe diagnosticar y tratar primero el neurólogo o neuropediatra, y si no mejora, entonces el psiquiatra infantil.

Un diagnóstico temprano resulta fundamental para el control del TDAH así como prevenir sus complicaciones, por ello son las personas que habitualmente rodean la vida del niño (padres, educadores, orientadores, etc.) los que primero sospechan que éste pueda tener un TDAH en función de una serie de comportamientos. Generalmente es un especialista con experiencia y formación en TDAH (psiquiatra, neuropediatra, psicólogo clínico) el que hará un diagnóstico definitivo realizando pruebas diagnósticas a la persona y recogidas de información del centro educativo, familia y otros entornos si es necesario. Una vez realizado el diagnóstico,se diseña un plan de tratamiento que puede incluir la participación de un psiquiatra, psicólogo clínico, pedagogo, profesor de apoyo, y otros profesionales para realizar parte del tratamiento. 

Mito 7: El Tratamiento del TDAH deber ser primero sin medicación, y si no mejora se puede usar medicación, porque los fármacos son peligrosos.

 El tratamiento del TDAH debe incluir 3 partes: 1) Psicoeducación o entrenamiento a los padres sobre el TDAH y cómo manejar aspectos de la conducta del niño, 2) Terapia psicológica, 3) Medicación que ayude a mejorar los déficits en neurotransmisores en algunas zonas del cerebro.

En niveles moderados y graves de TDAH el tratamiento más consejado es el multimodal, es decir, el tratamiento farmacológico y psicológico. Cuando necesitemos medicación, esta debe regularse de forma individualizada y específica para cada caso, y siguiendo una serie de fases en la que primero se alcance una dosis adecuada, después se regule y estabilice en una vez alcanzada la respuesta deseada,  y una última fase de revisión y perfeccionamiento periódica donde se hagan modificaciones y se atiendan problemas emergentes o nuevos síntomas. El tratamiento farmacológico está más que investigado y no supone ningún peligro, al contrario, en los casos en los que se precisa supone mejorar la calidad de vida de las personas con TDAH.

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Photo Credit: Rosie Brazier via Compfight cc

Mito 8: Es mejor no dar medicación al niño y usar psicoterapia u otros abordajes no farmacológicos.

Como veníamos diciendo, en TDAH suele recomendarse un tratamiento multimodal, ya que está demostrado que tiene bastante éxito para mejorar la calidad de vida de la persona. Por otro lado, también se ayuda al niño con TDAH con el entrenamiento de los padres sobre los síntomas del TDAH, y sobre cómo controlar y manejar mejor el comportamiento del niño. También es muy importante el apoyo escolar, con técnicas de estudio, remediando las dificultades del niño, intentando recuperar las áreas en las que tenga especial dificultad.

Existen muchas fórmulas mágicas que dicen poder mejorar el TDAH pero que no tienen ninguna base científica. Estos “tratamientos”, como dicen Soutullo y Cobo, se pueden ofertar algunas veces a los padres produciéndoles un gran coste de tiempo y dinero, y sensación de fracaso para el niño.  Los padres deben desconfiar de remedios fáciles que prometan “curación” permanente, rápida, sin esfuerzo y que supongan un gran desembolso económico inicial. Deben desconfiar de tratamientos que carezcan de rigor científico. El trabajo con niños que tengan TDAH puede ser muy eficaz, pero requiere un gran esfuerzo y conexión entre los distintos agentes educativos y familiares.

Mito 9: Las medicaciones producen adicción, porque son drogas.

 Éste suele ser un tema de preocupación para los padres y es importante que se entienda bien. La medicación hace que nuestros neurotransmisores se equilibren. Interactúa con nuestro cerebro, sí, pero para equilibrar esas sustancias que no tenemos equilibradas y conseguir que podamos estar estables en nuestro día a día y mejorar con la terapia psicológica.  La medicación no es ninguna droga y afirmar esto supone que muchas personas se planteen dejar de mediarse, con las consecuencias que ello conlleva. Hemos de ser responsables y entender que en salud mental la medicación es igual de necesaria que cuando hablamos de salud física. 

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