Como ya sabéis muchos de vosotros, estamos participando en Think Big Jóvenes, un proyecto de emprendimiento social liderado por la fundación Telefónica : http://thinkbigjovenes.fundaciontelefonica.com/proyectos/clickteach , y este sábado estuvimos de formación en Valencia junto con otros jóvenes emprendedores.
Disfrutamos mucho de esta experiencia, pero personalmente he de decir que lo que más disfruté fue comprobar la implicación, la originalidad y la iniciativa de muchos chicos y chicas por llevar y materializar ideas propias con fines sociales.
Me sorprendió mucho que algunas ideas (francamente buenas) procedieran de jóvenes de 15 o 16 años, y es que la iniciativa de telefónica abarca un espectro de edades comprendidas entre éstas y los 26 años.
Pero lo que más me sorprendió fue que este mismo hecho me sorprendiera (valga la redundancia), pues a estas edades lo que uno espera muchas veces es que estos jóvenes estén ocupados en otros intereses más banales.
Caí en la cuenta de que yo misma tengo prejuicios acerca de las capacidades y el potencial de estos chicos y chicas, y no sólo de aquellos que son menores que yo, sino también de los que comparten mi misma edad. En definitiva, prejuicios y desconfianza sobre el potencial de mi generación.
Comencé entonces a reflexionar acerca de dónde podía provenir esta sorpresa y empecé a pensar que acaso nosotros mismos pudiéramos estar provocándonos una desconfianza e inseguridad. Virales en youtube, informes europeos que nos dejan por los suelos en cuanto a educación, programas televisivos y reportajes que se ceban en la ignorancia, convirtiendo ésta en diversión para recreo de mentes que disfrutan observando la pasividad, el desinterés o la falta de conocimiento. Y sin embargo seguimos reservándonos el derecho de criticar el descarriamiento de algunos jóvenes cada fin de semana con cerveza en mano.
No puedo menos que recordar aquí al tío Torcuato, personaje creado por Álvaro de Laiglesia en “sólo se mueren los tontos”. Y es que el bueno de Álvaro quería reflejar una triste realidad: a un personaje increíblemente inteligente que se hace pasar por tonto del pueblo sólo porque es más fácil de sobrellevar. Porque pasar por ignorante hace crecer el ego de otros, mientras que el talento es juzgado, disputado y aplastado. Éste personaje creado en los años 50 nos muestra que esta especie de baja autoestima social viene de lejos, y es que el talento y la humanidad no están de moda ni resultan tan rentables (al menos mediáticamente hablando).
Pero tampoco quiero ser radical, de vez en cuando jóvenes talentos pueden ver la luz, pero aún hay más en las sombras, no reconocidos incluso por ellos mismos.
La fórmula para hacerles aparecer se basa en dos componentes: CONFIANZA y RECONOCIMIENTO, y he de decir que la primera depende mucho de la segunda.
Así pues, sigamos debatiendo sobre la necesidad de actividad y conocimiento pero desde el punto de vista positivo: reconociendo a todos aquellos que se lanzan a la piscina prestos a provocar una transformación y un cambio social, pues ésta es una de las mejores inyecciones de la confianza necesaria para seguir adelante. Y si me permitís seguir con el símil sanitario, creo que la seguridad y la confianza se acaban contagiando 😉
Desde esta reflexión, queremos agradecerles a todos las personas que estuvieron presentes sus magníficas ideas y por habernos insuflado un poco de esperanza en este proyecto común de cambio y transformación social, y al proyecto Think Big por darnos esa oportunidad de reconocimiento 🙂
Gracias a todos!