Hoy queremos hablaros del impacto del TDAH en el ambiente familiar. Tema que también tratamos en nuestra publicación «Conociendo el TDAH: Guía para trabajar los miedos más frecuentes, la ansiedad y el estrés familiar» que podéis conseguir de manera gratuita suscribiéndoos a nuestra newsletter.
Evidentemente, la existencia de cualquier enfermedad o trastorno en la familia va a suponer un cambio ya sea en mayor o menos grado. Cuando estos cambios son mayores y conllevan un cambio en nuestra vida diaria, puede generarse estrés familiar, y tendremos que tratar de adaptarnos a nuestra nueva rutina mientras rebajamos el estrés con ayuda de los profesionales con los que estemos realizando la intervención. Hoy, nos vamos a centrar en lo cambios que las familias viven tras recibir sus hijos el diagnóstico en TDAH.
Mitos y falsas creencias
Antes del diagnóstico vienen las sospechas. Vemos que hay algo diferente. El día a día es cada vez más complicado. Les cuesta mantener la atención, son impulsivos… y eso afecta a sus relaciones sociales, al juego en el parque, a su rendimiento escolar, al día a día familiar. Algo está pasando.
Normalmente, la familia se encuentra cerca de tomar una importante decisión: acudir a un profesional que pueda ayudarnos. Esta decisión debería ser lógica. Nos encontramos mal y vamos al médico. Sin embargo, en salud mental hay mitos y estigmas que hacen que acudir a un profesional se convierta en un tabú. La sociedad en que vivimos colabora, en la mayoría de los casos, en esparcir mitos que terminan afectando a nuestra concepción de los trastornos mentales. En TDAH, especialmente, hay mitos verdaderamente dañinos que hacen que las familias acudan tarde a un profesional, o que no se planteen acudir al mismo.
Evidentemente, cada uno tiene sus tiempos y es algo completamente respetable. No quedemos juzgar aquí a nadie. Lo que queremos es plantearnos cómo afectan todos esos mitos que se comparten en redes sociales a las familias con hijos con TDAH. El estrés e impotencia que sufren las madres y padres cuando leen que un trastorno con el que viven día a día «no existe».
Es importante que comprendamos que estos mitos no son ciertos y que compartirlos solo aumenta la desinformación y perjudica a las personas afectadas. Nosotros ya escribimos sobre el tema:
Miedos después del diagnóstico
Aunque cuando hemos trabajado con familias nos han asegurado que una vez tenían el diagnóstico se sentían más tranquilas, es cierto que después de recibirlo se abre una nueva etapa con nuevos interrogantes. Por supuesto, los mitos de los que hablábamos anteriormente continúan suponiendo un problema, pero ahora nos enfrentamos a nuestro día a día. Tenemos un diagnóstico y hemos de empezar a trabajar.
Tras el diagnóstico las familias tratan de recopilar toda la información posible. Normalmente, se dan pautas para comenzar: se acuden a asociaciones, se realizan cursos, buscamos información en internet… Es aquí donde la responsabilidad de los que creamos contenido en salud mental es clave. Hemos de ser conscientes de nuestro «poder». Internet está lleno de información pero no toda es veraz o está basada en criterios científicos, por lo que el compromiso de entidades como la nuestra debe ser claro siempre: la comunidad científica es la que realiza las investigaciones y a través de las mismas aprendemos y mejoramos nuestros conocimientos sobre el TDAH. En ese sentido, nosotros hemos de compartir información veraz, deconstruirnos continuamente y actualizar nuestra información para que las familias estén bien informadas.
Además de esta búsqueda de información, surgen otros temas importantes:
La charla con el resto de la familia
Llega el momento de explicar a la familia qué está pasando. Ya hemos hablado de la cantidad de mitos existentes en nuestra sociedad, por lo que ya nos podemos imaginar que no será una conversación fácil. En este sentido, os invitamos a, primero, pensar en qué personas de vuestra familia van a comprender lo que está pasando. Tratad de contar primero con ellas para que os sirvan de apoyo en el momento de charlar con personas que aún no sepan tanto sobre el tema o estén bajo la influencia de los mitos que se han compartido en las redes.
Por nuestra parte siempre aconsejamos a las familias que traten, por un lado, de rodearse de un círculo seguro de protección y apoyo. Y por otro, si es necesario, que la persona que necesita información pueda ir a una sesión con el profesional con el que trabajamos para informarse. También podemos acudir a sesiones formativas organizadas por asociaciones o compartir con ellos artículos o contenido interesante sobre el tema.
La relación con el centro educativo
Normalmente las sospechas de la posible existencia del TDAH se dan o desde la familia o desde el centro educativo. Sea cual sea el caso, nuestra relación con el centro va a ser fundamental, pero al igual que hablábamos sobre mitos y estigma en la sociedad, no podemos olvidar que los centros educativos forman parte de la misma y también se empaparán de los mitos existentes en esta. Afortunadamente, cada vez son más los centros que se forman en salud mental y tratan de mejorar su atención e intervención. En estos casos, la relación será mucho más sencilla.
Cuando hablamos de centros escolares que aún no disponen de las suficientes herramientas o información para trabajar con TDAH, es importante sugerir al centro dicha formación. El TDAH no es un trastorno poco frecuente y es importante que los centros educativos tengan las herramientas necesarias para trabajar. En TDAH es muy importante que se realice una buena intervención en todos los ambientes en los que nos desarrollamos, por lo que la implicación del centro educativo debe ser esencial.
En la segunda parte de este artículo, hablaremos sobre la intervención en TDAH, el tratamiento multimodal y el impacto en el día a día de las familias.