Ya sabemos cómo el TDAH influye en nuestra vida diaria. Cómo a veces las actividades que a todos les parecen sencillas de realizar, para nosotros pueden ser un auténtico reto. Esto, claramente, nos afecta. Afecta a cómo somos, a nuestros sentimientos y, por supuesto, a nuestras relaciones con los demás y cómo creemos que éstos nos ven. Así, nuestra forma de interactuar con el mundo también define nuestras inseguridades y nuestra autoestima.
Conocer el TDAH
Es importante que te informes sobre el trastorno. Leer blogs, libros, hacer algún curso… Todo te será útil si deseas conocer el TDAH a fondo. Solo así podrás entender bien qué supone convivir con él y qué puedes esperar del comportamiento de una persona con TDAH. Además, podrás prevenir algunas problemáticas. Se trata de conocerles mejor para saber comprenderles.
Además, es importante que, seamos familiares o profesionales nos formemos en el tema, no sólo para conocerlo nosotros, también para que lo conozcan ellos. Esto, será una decisión de la familia, pero creemos que es importante que ellos se conozcan a sí mismo y eso implica que también conozcan lo que les pasa. El TDAH es algo con lo que tendrán que vivir mínimo hasta la adultez (ya sabemos que a veces los síntomas se vuelven cada vez menos notables) y entender por qué están más nerviosos, les cuesta estar mucho sentados, no siguen unas instrucciones o no mantienen la atención (entre otros ejemplos) puede ayudarles a que su autoestima no se vea afectada cada vez que algo sale mal. Que seamos capaces de hacer que conozcan y acepten el TDAH, es el primer paso para que puedan empezar a trabajar.
Refuerzos positivos
Escuchar todo el día lo mal que hemos hecho algo no nos ayuda. De hecho, nos hará sentir mal y esto afectará a nuestra motivación por determinadas actividades, así, si hoy he hecho algo y me han expresado lo mal que lo he hecho, probablemente piense que no me va a salir bien nunca, así que ¿para qué intentarlo? Quizá pueda parecer exagerado, pero es lo que suele pasar por nuestra mente cuando tenemos más de un fracaso. A nosotros no nos gusta entender el fracaso como algo negativo, pero sabemos que, aunque creamos que el fracaso nos ayuda a aprender, está claro que generan sentimientos «negativos» sobre nosotros mismos si no sabemos controlar y reflexionar sobre aquello que vivimos y nuestras emociones.
En este caso, recomendamos los refuerzos positivos en torno al trabajo que hacemos. En el caso de que algo haya salido mal, nos parece importante lanzar mensajes positivos en torno a ello: Vaya, hoy no ha salido bien ¿por qué? (reflexionar sobre qué debemos mejorar) y ¿cómo podemos cambiarlo? (establecer una hoja de ruta que nos ayude a mejorar). Ver un resultado negativo como una oportunidad para la reflexión y premiar no sólo los resultados positivos, también, como veremos a continuación, el esfuerzo.
Valorar más el esfuerzo que los resultados
Sabemos que esta parte es complicada. Vivimos a diario valorando los resultados de todo lo que hacemos. Nos han enseñado a evaluar todo lo que hacemos y hacen los demás en base al resultado que se obtiene (y, a menudo, comparándolo con los resultados de los demás) en lugar de valorar el trabajo que conlleva detrás cada resultado obtenido.
Tenemos que ser conscientes de que en muchos casos, un mal resultado no tiene nada que ver con haberse esforzado menos. Es importante que tengamos una mirada más reflexiva en torno a lo que esperamos que los demás hagan y pensar si se han esforzado para ello. Como decíamos al principio del post, el TDAH hace que algunas tareas «sencillas» se conviertan en un reto. Nosotros, hemos de saber ver el esfuerzo que hay detrás de cada tarea que se realiza, y también reforzar este positivamente.
Dejarles ser autónomos, pero ser sus acompañantes cuando lo necesiten
Necesitan ser autónomos. Necesitan hacer cosas por su cuenta y aprender que pueden con todo. Pero sabemos que a veces, hemos de hacer de guías. Acompañarles un poco hasta que sepamos que podrán seguir solos o hasta que vuelvan a repetir la tarea. Algunas actividades requieren un nivel de supervisión, avance o, simplemente, una tipo de trabajo más secuencial que puede que les sea complicado llevar a cabo. En este sentido, debemos acompañarles en el proceso, pero fomentando siempre su autonomía y evitando solucionarles los problemas ¡es importante que aprendan a solucionarlos ellos mismos!
Adaptar las actividades y tareas
Aunque esto dependerá de cada caso, si creemos que una actividad es complicada, podemos adaptarla para que puedan hacerla. No se trata de eliminar las posibles problemáticas que surjan, por supuesto, si no de entender que en ocasiones, necesitaremos realizar las actividades de otra manera, aunque el resultado sea el mismo.
Otra opción es subdividir tareas en pequeñas tareas que nos permitan ir avanzando y progresar poco a poco.
Darles un rol
Cuando tengamos alguna tarea que hacer, podemos darle un papel para que nos ayuden. Eso les hará sentir útiles. Si además escogemos un rol en el que sabemos que se desenvolverá de lujo, mejor que mejor. Expresar que necesitamos su ayuda, explicarles lo que deben hacer y decirles, finalmente, lo que valoráis que os ayude mejorará no sólo vuestra relación y comunicación, también su estado de ánimo, autoconcepto y autoestima.
Potencia las actividades en grupo
Es importante fomentar las relaciones sociales. Podemos trabajar las habilidades sociales con algunas actividades (hablaremos de ello en otros posts) pero, también os recomendamos plantear actividades en grupo con amigos o compañeros de clase que le permitan mejorar sus relaciones sociales y afianzar su autoestima. Podemos escoger actividades que se le den bien, u otras donde experimente algo nuevo, lo importante es que nos divirtamos.